De Canal + a Netflix

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Para los que nacimos antes del dos mil, la televisión era un gran invento que nos proporcionaba entretenimiento e información a partes iguales. Ese aparato, emitía una serie de contenidos que variaban en función de la franja horaria y comprendían películas, series, programas, informativos y poco más. Allá por el pleistoceno, en España, solo existían dos canales de televisión, hasta que se produjo el gran cambio y aterrizaron en nuestra pantalla otros canales: los autonómicos y los grandes rivales, Antena 3 y Telecinco. Unidos a la Primera de Televisión Española y La 2, ya contábamos con cinco canales para satisfacer nuestra necesidad televisiva.  

Todo esto ocurría a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa. Poco después de la liberación de los canales de televisión y la aparición repentina de otras emisoras de televisión, aterrizó en nuestro país, la televisión de pago. Canal Plus, abría las puertas a un universo nuevo en el que podías olvidarte de ver siempre las mismas películas y series. La televisión de pago, ofrecía a sus suscriptores una amplia variedad de contenidos, películas de estreno y, la posibilidad de verlas varias veces en diferentes horarios. Como se trataba de un canal muy generoso, emitía parte de su programación en abierto para que todo el mundo pudiera comprobar la calidad de su programación.  

Llegado el siglo XXI, la televisión digital, se introdujo en nuestras pantallas y empezaba a cambiar totalmente el rumbo de la televisión. Sus contenidos, empezaban a ser más exclusivos y temáticos. Ya no solo estaba Canal +, junto a la cadena, podías adquirir un paquete de canales que podía variar en función de la cuota. La competencia era cada vez mayor y, las cadenas publicas y autonómicas, así como canales de bajo presupuesto y las emisiones a corta distancia, emergían y se instalaban en tu televisión sin previo aviso. 

Televisión online 

Durante la primera década de este glorioso siglo para la tecnología, surgieron toda suerte de canales con poca visibilidad y contenidos de dudosa calidad. Sin embargo, internet, abría otro mundo de posibilidades. Se podía ver la televisión a través del ordenador, sin necesidad de antenas ni mandos a distancia. Aparecen las películas y series en streaming y la posibilidad de descargar todo tipo de contenidos digitales y verlos tranquilamente a través de un reproductor o en el mismo ordenador. Surge la piratería masiva, dado que descargarse todo tipo de películas de estreno es tremendamente fácil, puedes grabar el contenido en un CD o DVD y verlo tantas veces como quieras.  

Entre el TDT que obligan a instalar en todas la televisiones o antenas para poder ver todos los canales en digital y la televisión online, encontramos una oferta de contenidos tan brutal que empezamos a perder el interés. Aunque eso sí, podemos ver televisiones de otros países sin problema.  

Canales de pago, canales digitales, oferta cibernética. La televisión va cambiando de tal manera que nos vamos volviendo más selectivos. Podemos interactuar con la programación y seleccionar los contenidos que más nos gusten. Los canales públicos o en abierto, tienen que competir con la digitalización y sus contenidos. Crean entonces, plataformas donde se ofrece la posibilidad de volver a ver algunos programas emitidos a través de su página online.  

Durante años, estas posibilidades son suficientes para el público que se conforma con lo conocido y goza además de la posibilidad de volver a ver sus contenidos favoritos sin tener que recurrir a la grabación o descargárselos para verlos en cualquier momento.  

La televisión cambia, evoluciona con el tiempo y de la mano de la tecnología. Cada vez con mayor velocidad, hasta el punto de no ser capaces de asimilar la cantidad de contenidos que podemos encontrar.  

No solo cambia la forma de emitir esos contenidos televisivos, cambian los formatos, se crean otros nuevos y, por supuesto, cambia el consumo. Pasando de ser algo medido, a algo inmediato y casi abusivo.  

A mediados de la década pasada, aparece en nuestras vidas, el canal que va a revolucionar el sector: Netflix y la televisión en streaming, a la carta y bajo demanda. Un canal con más canales, una cuota mensual y la posibilidad de disfrutar de contenidos exclusivos, hacen que la televisión de un giro de vértigo y la competencia, aparezca de la nada.  

En los últimos años, las OTT (over the top), es el nuevo concepto de televisión, donde se termina la televisión conocida y cobra protagonismo la libre transmisión. En eso consisten las plataformas OTT que transmiten vía internet contenidos de audio y video sin implicar a los operadores tradicionales. Esta alternativa a la televisión tradicional, permite ver lo que uno quiere cuando quiere, visionar los capítulos de una serie de forma continua, elimina los bloques publicitarios, suponen un bajo coste para los usuarios al tiempo que aportan una rápida inserción digital, proporcionan una experiencia intuitiva y visual, muestran contenido personalizado y son multiplataforma. Lo que todo usuario, quiere.  

Por si no sabes bien de lo que te estoy hablando, se trata de plataformas como HBO, Prime Video o Disney +, que ofrecen un sistema de suscripción a demanda y ofrecen contenido mediante suscripción que puede hacerse de forma independiente o a través de compañías de telecomunicaciones como OROC, expertos en telefonía y servicios adicionales. Como todos sabemos de sobra, la reina en estas lides es Netflix que inició su andadura allá por dos mil siete, aunque no fue hasta unos años después que se dio a conocer en toda su dimensión.  

Dentro de esta categoría, también encontramos el sistema AVOD que difiere en su gratuidad y que incluye publicidad. YouTube, Hulu o Pluto TV, son ejemplos de este tipo de televisión.  

Para las televisiones de toda la vida, esas que puedes ver con solo encender el televisor y sin necesidad de pago previo, la competencia es tan brutal que solo han podido emular a las citadas: la televisión a la carta es la manera que tienen de sobrevivir. Ofreciendo previo pago, contenidos a demanda, emitidos o exclusivos, siguiendo el modelo de las otras plataformas. Seguro que os suenan A3 Player o Mitele. 

De caja tonta a smart TV (televisión inteligente) 

Así son las cosas, lo que antes se llamaba caja tonta, es ahora una televisión inteligente, capaz de elegir por ti la programación. Renovarse o morir, es algo que se plantearon los fabricantes de televisiones que, obtuvieron como resultado de su ingenio, las televisiones inteligentes. Estas pantallas ya no son televisiones, son dispositivos con varias funciones posibles: ofrecen los canales tradicionales de televisión y radio, integran un navegador de internet, cuentan con home cinema y un sistema de comunicaciones en tiempo real, necesitan software y disponen de entradas para dispositivos de almacenamiento externos, así como la capacidad de descargar contenido multimedia o la incorporación de canales de televisión online y plataformas como Netflix, Amazon Prime o Disney. 

Esto que parece ser muy beneficioso, hace que las televisiones actuales, queden obsoletas tan rápido como un teléfono móvil. Es tal su evolución y la mejora de las tecnologías disponibles que, cada año los dispositivos, ofrecen mayor diferencia entre sí. No en vano, los más grandes, como Google o Apple, no cejan en su empeño y crean dispositivos enchufables a los televisores para poder obtener los servicios necesarios en el caso de no poseer un Smart TV.  

La evolución es algo imparable y cada vez, va más rápido.  

Lejos queda aquella pantalla en blanco y negro que llego a los hogares españoles a mediados del siglo XX. Los más privilegiados, podían disfrutar de los programas que se emitían, descoloridos y con un sonido radiofónico más que atrayente. Los menos, se permitían ver las teles de los vecinos que abrían sus puertas y ventanas para compartir las imágenes que emitía la televisión. 

Como si de magia se tratará, los espectadores, miraban y admiraban lo que les ponían delante sin pensar que pudiera haber algo más que eso. Poco a poco, la televisión se fue adueñando de nuestras vidas y adquiriendo mayor protagonismo. Tanto fue su existo que llego a coronarse como la reina de las casas y ocupar un lugar privilegiado en los salones, siempre siendo el centro de atención.  

Apareció la televisión en color, surgió la competencia de los distintos canales. La publicidad cobró mayor protagonismo y la pantalla, siguió presidiendo nuestras vidas. Con la llegada de la televisión de pago, se armó el revuelo, los contenidos, se volvían exclusivos para quienes lo pagaban. En la actualidad, disponemos de todo tipo de contenidos, inmediatez y consumo mega rápido. Canales de toda la vida, canales de pago, plataformas digitales. Todos luchando para mantenerse con vida en un sector tan competitivo que no hace otra cosa que crecer.  

La oferta se equipara a una demanda de contenidos cada vez mayor. Queremos todo y lo queremos para ya. No tenemos paciencia para ver el capítulo de nuestra serie la semana que viene, ni siquiera al día siguiente. Tenemos que ver las series del tirón, de una sola vez, sin prisa, pero sin pausa. 

Todo esto, está muy bien. Salvo por que no nos damos cuenta de que tanta inmediatez nos impide empaparnos de lo que vemos. Lo vemos y ya. No nos queda nada en el recuerdo, pero si la posibilidad de volver a ver los contenidos una y otra vez.  

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