“Estoy estresado” o “sufro estrés” son algunas de las frases más comunes de escuchar estos últimos años por desgracia. Y es que, éste fenómeno que no viene de ahora (ya que se remonta a la prehistoria) nos afecta más que nunca sobre todo porque vivimos en una sociedad acelerada.
No cuidamos nuestra salud mental debidamente y acabamos bastante mal, dado que la salud mental acaba afectando a la salud física. Se ha demostrado que el estrés puede causar enfermedades en muchas ocasiones, y por supuesto, esto no le impide nada atacar también nuestra belleza como bien comprenderás…
Cuando nos encontramos mal se nota en nuestra cara, en nuestra piel, nuestro pelo, ¡incluso en nuestra forma de andar y hablar!
Si notas que has dado un bajón respecto a tu físico, puede ser estrés.
Todos debemos amarnos tal y como somos, es un hecho. Sin embargo, hay algunas situaciones en las que no elegimos precisamente estar así de delgados, con sobrepeso o con el aspecto que tenemos actualmente. Cuando no sólo no estamos contentos con nuestro físico si no que, además, sentimos que no podemos controlar qué está pasando, puede que el estrés esté jugándonos una mala pasada.
¿Cómo podemos notar que tenemos estrés? Lógicamente existen una serie de síntomas que delatan a esta sustancia tóxica que nos corroe por dentro, pero sobre todo ataca a nuestra belleza de las siguientes maneras:
- A la piel:
Aparición de problemas cutáneos como acné, psoriasis y eczema. Por otra parte, la luminosidad de la piel también se ve afectada, mostrándose como piel apagada, seca o con signos de envejecimiento prematuro.
- A el pelo:
Una de las formas más comunes que tiene el estrés de atacar a nuestro pelo es a través de la pérdida de pelo. Asimismo, también puede manifestarse a través de canas prematuras o a través de problemas como la caspa o el pelo graso.
- A los ojos:
Como ya te imaginarás, el estrés puede afectar el sueño enormemente, y si no dormimos bien, ¡ya le podemos ir dando la bienvenida a las queridas ojeras y ojos cansados!
- A nuestro peso:
En algunos casos, el estrés puede hacernos desarrollar comportamientos alimentarios poco saludables, como comer en exceso o recurrir a alimentos que nos hagan sentir mejor automáticamente (como el chocolate, los dulces e incluso el alcohol), lo que puede llevar al aumento de peso.
- A nuestra propia edad:
Podemos tener 25 años, pero una cosa es segura; si vivimos en una situación de continuo estrés, acabaremos pareciendo mucho mayores ¡y eso no es la peor parte! El estrés crónico también es capaz de acelerar el proceso de envejecimiento al afectar negativamente las células y los tejidos del cuerpo.
- A nuestra la expresión facial.
Sí, el estrés también es capaz de provocar tensiones musculares, afectando así a nuestra expresión facial y favoreciendo el desarrollo de líneas de expresión y arrugas.
Como has podido comprobar, el estrés es capaz de afectar a nuestra belleza de forma bastante directa. Sin embargo, no todo son malas noticias, ya que todo esto tiene solución.
¿Qué podemos hacer para combatir el estrés y empezar a encontrarnos mejor?
El estrés es un problema relacionado con la salud mental como bien sabes, por lo que, si queremos encontrarnos mejor deberemos cuidar nuestra salud mental de las siguientes formas:
- Practica meditación y mindfulness.
La meditación y el enfoque en el presente (mindfulness) son dos prácticas que recomiendan los terapeutas para superar con éxito las situaciones de estrés. Una de las mejores prácticas que podemos realizar, es un retiro de silencio según lo indica el experto en meditación Prem Sambhavo.
- Haz ejercicio.
La actividad física nos ayuda a liberar endorfinas, mejorar nuestro estado de ánimo y reducir considerablemente los niveles de estrés. Te animamos a practicar yoga, natación o simplemente a dar un paseo diario bajo el sol ¡quedarás como nuevo!
- Haz cosas que te gusten.
¡No te olvides de ti! A veces estamos tan enfocados en entregar trabajos, atender a nuestros seres queridos y cumplir compromisos, que se nos olvida aquello que realmente disfrutamos. Por ello, no olvides dedicar tiempo a actividades que te traigan alegría y relajación, ya sea leer, tomar un baño relajante, escuchar música, practicar hobbies o cualquier actividad que te guste.
- Establece límites.
Es muy importante que aprendas a decir «no» cuando sea necesario y establezcas límites claros en tu vida para evitar la sobre exigencia.
- Desconecta de las pantallas, redes sociales, etc.
Limita el tiempo que pasas en pantalla (sobre todo en redes sociales). Desconectar puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar la calidad del sueño.
- Mantén en la medida de lo posible una buena alimentación.
Sabemos que comer de forma saludable es complicado, pero, aun así, siempre puedes cuidar ciertos aspectos de tu día ¡créeme! Asimismo, evita el exceso de cafeína y azúcar, ya que pueden afectar negativamente los niveles de energía y el estado de ánimo.
- Duerme las horas adecuadas.
¡Todos necesitamos dormir las horas necesarias que nos pide nuestro cuerpo! El sueño de calidad es fundamental para la salud mental y física.
- No te aísles.
Comparte tus sentimientos con amigos, familiares o profesionales de la salud mental. El apoyo social puede ser crucial para enfrentar el estrés.
- Acude a terapia si es necesario.
Que no te dé corte ni nada por el estilo. Si lo necesitas, estos profesionales están ahí para ayudarte. Ante todo, recuerda lo siguiente: lo más valiente que puedes hacer en tu vida, es pedir ayuda.
Como ves, estos problemas tienen todos solución siempre y cuando busquemos cuidarnos. ¡Y por la belleza, no te preocupes tanto! Como has podido comprobar, no hay persona más bella que aquella que se siente bien desde el interior y se ama sin medidas.