Llega el verano y lo primero que hacemos es cerrar todo, bajar persianas y poner el ventilador a tope. A los 10 minutos ya estamos sudando igual. A la media hora, no se puede ni respirar.
¿Y por qué? Porque muchas casas, la mayoría, no están pensadas para aguantar estos calores. Así de simple. No es que uno sea débil o que antes no hacía tanto calor, es que el calor de ahora no tiene nada que ver con el de hace veinte años, y nuestras casas siguen ancladas en el pasado.
¿Siempre hizo calor? Sí, pero no así
Todo el mundo dice que siempre ha hecho calor en verano. Sí, vale, pero lo de ahora es otra cosa. Antes hacía calor una semana, luego refrescaba. Ahora hace calor dos meses seguidos. Y no hablamos de 30 grados, hablamos de 38, 40 y hasta 45. Y lo peor no es el día, es la noche, porque por mucho calor que haga fuera, si puedes dormir, al menos descansas. Pero ahora te metes en la cama y parece que te estás asando en un microondas.
El problema es que las casas no están pensadas para esto. Se hicieron cuando el calor no era tan extremo ni duraba tanto. Antes se preocupaban más por que no entrara el frío. Ahora, lo que no entra es ni una gota de aire.
Casas que atrapan el calor
Muchas casas, sobre todo las viejas, son como hornos. Da igual que pongas el ventilador, que abras las ventanas por la noche, que pongas cubitos delante del aire. El calor se queda dentro, como si no tuviera intención de irse nunca.
Las paredes se calientan, el techo se calienta, el suelo también, y ya está: vives en una sauna permanente. Y si te toca un último piso, ya ni hablamos. Es subir las escaleras y notar cómo cada peldaño sube un grado más. Y no es una exageración. En algunos pisos puede haber más de 30 grados dentro incluso de noche.
Y no, no es culpa tuya, no es que vivas mal o seas exagerado, es que hay muchísimas casas que no están preparadas para esto. No tienen aislamiento, las ventanas dejan pasar el aire caliente, no hay corrientes de aire, y los materiales que usaron para construirlas hacen que el calor se quede atrapado dentro como si estuvieras viviendo dentro de una olla.
El aire acondicionado no lo soluciona todo
Lo primero que piensa mucha gente es: pues pon aire acondicionado y ya está. Vale, ¿y si no puedes? Hay gente que no puede permitírselo porque es caro, tanto instalarlo como mantenerlo. Otros viven de alquiler y no les dejan ponerlo. O hay casas donde, aunque lo pongas, no baja la temperatura porque el calor es tan fuerte que no da abasto. O sea, puedes tener el aire puesto todo el día, pagar una factura brutal de luz, y seguir sudando.
Y además, estar todo el día con el aire tampoco es bueno. Te reseca la garganta, te pasas de frío en un cuarto y te asas en el pasillo. No es un sistema pensado para que vivas bien, es como un parche. El aire ayuda, sí, pero no soluciona el problema real: que las casas no están preparadas para el calor que hace ahora.
¿Por qué son así nuestras casas?
Porque hace años se construía pensando en otras cosas. Muchas casas se hicieron en los años 60, 70, 80… cuando el calor no era tan grande como el de ahora. Se pensaba más en evitar el frío, y muchas veces se construía rápido y barato, sin pensar en aislamiento, en orientación, en cómo circula el aire. Así que si hoy vives en una casa de esas, te enfrentas a un verano infernal sin que nadie te lo haya advertido antes.
Algunas tienen techos bajos, ventanas pequeñas, o están mal orientadas (por ejemplo, con todas las ventanas al sur, que es donde pega más el sol durante el día). O no tienen persianas buenas*, o tienen suelos que se recalientan y no se enfrían nunca.
Son detalles que parecen tontos, pero que en verano marcan la diferencia entre poder dormir o pasarte la noche dando vueltas en la cama sudando.
Cosas que sí ayudan (y no cuestan tanto)
No todo es hacer obras grandes, hay cosas pequeñas que pueden mejorar un poco la situación.
Aquí van algunas:
- Cambiar las cortinas por unas térmicas o que bloqueen el sol de verdad. No las típicas transparentes que no hacen nada.
- Poner estores exteriores si puedes. Ayudan a que el sol no llegue directamente al cristal.
- Cintas de espuma para ventanas. Si hay rendijas por donde entra aire caliente, esto ayuda un montón.
- Ventiladores de techo. No enfrían el aire, pero al menos lo mueven. Mucho mejor que los ventiladores de pie que hacen ruido y solo te dan aire caliente en la cara.
- Evita usar horno, vitro, o cosas que generen calor durante el día.
- Plantas. No enfrían, pero ayudan a que el ambiente no se sienta tan seco y agobiante.
Todo eso puede ayudar un poco, pero si la casa es un horno de fábrica, solo con eso no basta. Hay que ir un paso más allá.
¿Y si reformamos de verdad?
Aquí es donde entra el tema de las reformas. Mar-Studio, estudio de arquitectura y diseño de interiores en Cádiz, nos explican que estas cosas no se consiguen cambiando el color de la pared o poner parquet nuevo, sino que lo que hay que hacer es hacer una reforma que ayude de verdad que la casa se enfríe para poder habitarla.
Hablan de arreglar lo que de verdad hace que el calor se quede en casa. Por ejemplo:
- Aislamiento en paredes y techos: hace que el calor no entre tan fácil ni se quede dentro.
- Cambiar ventanas: si tienes ventanas viejas, seguro que entra aire caliente como si nada. Las nuevas, con doble cristal, cierran mucho mejor.
- Persianas térmicas: bloquean el calor antes de que entre.
- Distribución del espacio: a veces, mover un tabique o abrir una puerta ayuda a que corra más el aire. Suena a obra grande, pero a veces es más simple de lo que parece.
- Ventilación cruzada: abrir ventanas en lados opuestos de la casa hace que corra el aire. Si no puedes, hay formas de crear corrientes artificiales con sistemas de ventilación mecánica.
Todo esto lo hacen empresas que se dedican a reformas integrales, que no solo se fijan en que la casa quede bonita, sino que funcione mejor.
Porque de nada sirve tener una cocina nueva si luego no puedes ni respirar en el salón.
No se trata de lujo, se trata de salud
Aquí no estamos hablando de caprichos: el calor mata. En cada ola de calor, hay gente que lo pasa fatal. Personas mayores que no pueden salir de casa, bebés que no pueden regular bien su temperatura, personas con enfermedades respiratorias o de corazón. Incluso gente joven, sana, se deshidrata o sufre golpes de calor. Todo eso, dentro de su propia casa.
Y no debería pasar. La casa debería ser el lugar más seguro, más cómodo. Y si no lo es, algo falla. El problema es que nos hemos acostumbrado a aguantar. A pensar que “es lo que hay”. Que el verano es así. Pero no tiene por qué serlo, se puede vivir mejor, solo hay que adaptar las casas a la realidad que tenemos hoy.
El cambio climático no va a aflojar
Esto va a más. Lo dicen los datos, lo dicen los expertos, lo dice el sentido común. Cada verano es más largo, más intenso. Cada año se baten récords de calor. Y no parece que vaya a cambiar pronto. Así que seguir viviendo en casas que no están preparadas no tiene mucho sentido.
Hay que cambiar la forma en que pensamos nuestras viviendas. Ya no basta con que se vean bien o estén “apañadas”. Ahora tienen que ser funcionales, adaptadas al calor, sostenibles. Porque si no, cada verano será peor.
¿Qué se puede hacer si no tienes dinero para una reforma?
No todo el mundo puede permitirse una reforma integral, claro… pero sí se puede hacer un poco cada vez:
- Este año, cambiar las ventanas del salón.
- El siguiente, aislar una pared que dé mucho calor.
- Luego, poner ventilación o mejorar el techo.
- O ir haciendo cambios pequeños que se noten: persianas, cortinas, toldos.
Y si no sabes por dónde empezar, lo mejor es pedir asesoramiento. Hay empresas que pueden revisar tu casa y decirte: mira, si haces esto, notarás una diferencia. No hace falta cambiar todo a la vez. Pero si no empiezas nunca, seguirás sufriendo el calor cada verano.
Si cada verano estás más cansado más agobiado y no puedes ni dormir del calor, no es tu culpa
Es que muchas casas ya no valen para el clima que tenemos hoy. Por eso, lo mejor que puedes hacer es empezar a adaptar tu casa poco a poco. A veces con cambios pequeños, a veces con reformas más grandes. Pero siempre con el objetivo de vivir mejor.
Porque el calor no va a parar, y tú no tienes por qué seguir sufriéndolo cada año.