No es normal el ritmo de vida que llevamos, ya que los niveles de estrés que acumulamos a lo largo debido al trabajo y a la familia nos generan grandes problemas de ansiedad. Pero más allá lo que subyace es cómo se ha transformado la filosofía del ser humano, que está enfocado con más frecuencia en conseguir todo tipo de objetivos de manera inmediata, sean de naturaleza material o intangibles.
Puede parecer positivo tener metas y querer conseguirlas, y lo es pues es una manera de dirigir tu vida y estar motivado. Pero esto pierde todo el sentido cuando tendemos a querer las cosas sin respetar los procesos de la vida, y sin aceptar que no siempre se consigue lo que se quiere. Y evitamos este pensamiento porque tenemos miedo, y no queremos reconocerlo.
Sin embargo, tener miedo no es algo negativo, sino todo lo contrario. El miedo se define por ser una de las emociones primarias más necesarias para la supervivencia, por lo tanto altamente funcional. Antaño, esta reacción permitió escapar de criaturas salvajes activando al organismo y movilizándolo para la huida.
Hoy, habiendo evolucionado el contexto, el ser humano sigue necesitando un sistema de aviso de potenciales peligros cuyo principal exponente es el propio ser humano. Así, la emoción del miedo debe entenderse como un fenómeno natural y adaptativo. Lo verdaderamente relevante, el punto clave donde debe recaer la atención, es en la gestión de esa reacción y como se produce el manejo de dicho miedo.
Como el ser humano ha ejercido el control como mecanismo de las preocupaciones es erróneo por el hecho de el control puede hacerse con relativa facilidad sobre cosas, pero no es tan sencillo cuando se ven implicadas otras personas, o hay situaciones que son imposibles de controlar.
Como vemos, la manera de orientar la vida es errónea, pues generamos miedo por no poder controlarlo todo. La solución es optar por la superación de los miedos y preocupaciones, que se consigue mediante la ruptura de patrones de comportamiento y creencias aprendidas a lo largo del tiempo, algo nada sencillo, pero no por ello imposible.
Por qué ir a terapia no es algo malo
Como comentamos, a la hora de cambiar hábitos y costumbres nos encontramos con un muro que es bastante difícil de superar. Este muro lo construimos nosotros mismos, pues no nos enseñan que adaptarnos a cambiar nuestros hábitos cuando somos pequeños, sino todo lo contrario.
La sociedad está orientada en torno a la personalidad basada en el ego, es decir, en el pensamiento de que las creencias de uno mismo son ciertas. Pero aquí hay que hacer una pregunta, ¿si nuestras creencias son ciertas, porqué nos hacen daño? ¿no tendríamos que vivir feliz tal y como somos?
Estas preguntas tienen respuestas simples pero tienen un fondo muy muy complejo que conocen muy bien los psicólogos y terapeutas. Acudir a estos profesionales suele ser sinónimo de que algo no funciona bien en nuestro cerebro y tenemos que remediarlo. Pero esto no es la realidad, es solo otra concepción más de la sociedad.
La realidad es que los psicólogos son profesionales que saben como se generan las emociones, de dónde provienen y que reacciones generan en el ser humano. Esto no es algo sencillo, pues cuando hablamos de seres humanos pueden haber patrones que se salgan de todo lo aprendido y aquí es donde entra la experiencia de los psicólogos.
Como hemos dicho cambiar no es fácil, y hacerlo solos puede ser exitoso si tenemos una gran capacidad de resiliencia, es decir, una capacidad para adaptarnos a los cambios de una manera positiva y sin hacer grandes dramas. Porque tendemos a ser demasiado “queen dramas” debido a la cultura en la que vivimos.
Acudir a un psicólogo o terapeuta nos puede ayudar a descifrar de dónde provienen nuestros miedos, qué emociones nos generan y en qué situaciones, y qué herramientas podemos utilizar para mejorar como seres humanos y convertirnos en dueños de nuestras propias decisiones, dejando el miedo de lado.
Encontrar un psicólogo es algo que puede resultar fácil si sigues recomendaciones de familiares y amigos que hayan acudido a uno de confianza, el clásico boca a boca. En Alicante, uno de los mejores psiquiatras es el Dr. José A. Hernández con más de treinta años como especialista en psiquiatría del Hospital P. de Alicante.