Manual para saber llevar tu propia tienda online

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Montar una tienda online puede parecer una idea sencilla, sobre todo cuando ves que otras personas ya lo están haciendo desde casa, incluso sin tener experiencia previa. La tecnología ha conseguido que crear una tienda online pueda hacerlo cualquiera. Hoy en día, basta con tener claros un par de conceptos básicos, elegir una plataforma y hacer algunos trámites para tenerlo todo listo. Pero ponerla en funcionamiento de verdad, hacer que los pedidos lleguen, que los clientes repitan y que todo funcione como debería… eso ya es otro tema.

Llevar tu propia tienda online implica aprender a manejar muchas cosas a la vez. No hace falta que seas una experta en todas, pero sí que deberías conocer ciertos aspectos para no perder el control y que todo se desmadre. Lo bueno de todo esto es que, con una buena organización, todo se puede llevar bastante bien. Y lo mejor es que puedes hacerlo a tu ritmo.

 

La base es saber qué vas a vender y cómo

Antes de hablar de papeles, plataformas o redes sociales, hay algo que tienes que tener claro: qué productos vas a vender. Puede que ya lo sepas y que incluso ya los tengas preparados. Pero no es lo mismo vender productos hechos por ti que vender productos de otros, por ejemplo. Y tampoco es igual vender artículos físicos que productos digitales.

Cada una de estas opciones implica una manera distinta de gestionar el inventario, los envíos o la atención al cliente. Si vas a vender productos físicos, tendrás que pensar en almacenamiento y transporte. Si lo tuyo son los productos digitales (como ebooks, cursos o plantillas), te ahorras esa parte, pero tendrás que asegurarte de tener una plataforma que permita automatizar la entrega del contenido.

También es importante que definas bien a quién quieres venderlos. No hace falta que hagas un perfil de cliente, pero sí que tengas una idea general: ¿es gente joven?, ¿padres y madres?, ¿aficionados al deporte?, ¿personas que buscan regalos originales? Cuanto más clara tengas esta parte, más fácil será todo lo demás.

 

La plataforma, el dominio y la parte legal

El siguiente paso es montar la tienda online como tal. Para eso, necesitas una plataforma. Hay muchas opciones que te permiten crear tu tienda sin saber programación: Shopify, Wix, WooCommerce (si ya tienes una web con WordPress), entre otras. Algunas son más sencillas de usar, otras te dan más libertad para personalizar. Lo mejor es probar un par y ver con cuál te sientes más cómoda.

También necesitas un dominio web. Es decir, la dirección web donde estará tu tienda. Puedes comprarlo por tu cuenta o a través de la misma plataforma que uses. Intenta que sea corto, fácil de recordar y que tenga que ver con lo que vendes. Además del dominio, tendrás que contratar un certificado SSL para asegurar las compras, aunque la mayoría de plataformas ya lo incluyen.

En cuanto a los trámites legales, si vas a vender como empresa, deberías darte de alta como autónoma y comunicar tu actividad. Créeme cuanto de digo que vas a necesitar estar registrada y declarar tus ingresos. Si lo haces desde el principio, te ahorrarás muchos líos después.

 

Organización del inventario y gestión de productos

Debes saber que una tienda online es un almacén, aunque sea pequeño. Por eso, es importante que lleves un control de tu inventario desde el primer día. Si vendes cosas físicas, necesitas saber qué tienes, cuánto, dónde lo tienes guardado y cada cuánto repones.

Muchas plataformas ya incluyen herramientas para ayudarte con esto, pero lo ideal es que tú misma tengas una visión general. Si tienes pocos productos, lo puedes hacer incluso con una hoja de cálculo. Si empiezas a crecer, lo mejor es pasar a un sistema que lo automatice todo y te avise cuando te estás quedando sin stock.

Si vendes productos hechos por ti, organiza bien tu tiempo para que no se te acumulen los pedidos. Y si trabajas con proveedores, asegúrate de que los tiempos de entrega son razonables. A veces todo se retrasa por algo tan simple como un proveedor lento o un problema con el transporte.

 

Envíos y transporte

Este punto es uno de los más delicados. Puedes tener la mejor tienda del mundo, pero si los pedidos no llegan o llegan mal, la experiencia del cliente se viene abajo. Por eso, desde el principio, es importante que pienses cómo vas a enviar tus productos, cuánto vas a cobrar por el envío y qué opciones vas a ofrecer.

Tienes varias formas de hacerlo: puedes ir tú misma a correos, trabajar con empresas de mensajería o usar servicios de logística que lo hagan todo por ti. Depende de tu volumen de ventas y de tu presupuesto.

Piensa también en el embalaje. No solo tiene que proteger el producto, también debes cuidar la imagen. A veces un simple detalle, como una pegatina o una nota escrita a mano, marca la diferencia. Y no olvides tener claras tus políticas de devolución, por si alguien quiere devolver algo.

 

Pagos y bancos

Necesitas una pasarela de pago para que tus clientes puedan comprar. Las más habituales son Stripe y PayPal, aunque también puedes habilitar el pago con tarjeta directamente desde tu tienda. En algunos casos, puedes ofrecer también transferencia bancaria o pago contra reembolso, aunque esto último ya se usa menos.

Además de la pasarela de pago, necesitas una cuenta bancaria profesional. Es mejor no usar tu cuenta personal para recibir los pagos de la tienda, ya que luego te puede complicar la contabilidad. Abrir una cuenta de empresa no suele tener mucho misterio, pero asegúrate de que el banco no te cobra comisiones innecesarias.

 

Facturación e impuestos

Esta parte suele parecer complicada al principio, sobre todo si nunca has llevado las cuentas de un negocio. Pero si te organizas desde el inicio, se puede hacer de forma sencilla y sin perder tiempo innecesario. Lo más importante es que sepas que todo lo que vendas tiene que estar reflejado en una factura, y que, si estás dada de alta como autónoma, vas a tener que declarar ingresos de forma periódica y pagar los impuestos correspondientes, como el IVA o el IRPF, si aplica en tu país.

Para no ir a ciegas con este tema, lo mejor es tener métodos precisos que te ayuden a llevar la facturación al día. La empresa ERPLoop, que ha creado un programa específico de facturación electrónica para empresas, explica que la clave está en tener tres cosas claras desde el principio: generar siempre una factura por cada venta, mantener actualizado el registro de ingresos y gastos, y automatizar todo lo posible para no dejarlo para última hora.

Otra cosa que recomiendan es que guardes toda la documentación bien organizada: facturas emitidas, recibidas, justificantes de pagos y cobros. Aunque no vendas mucho al principio, tener una rutina desde el día uno hace que luego todo fluya mucho mejor y no se te acumule trabajo ni papeleo. Llevar bien esta parte es igual de importante que tener una tienda bonita o muchos seguidores en redes, porque es lo que te da tranquilidad y te evita líos con Hacienda o la administración más adelante.

 

Marketing, publicidad y redes sociales

Aquí es donde mucha gente se atasca. Ahora tienes que darte a conocer. Y eso implica estar presente en redes sociales, hacer campañas de publicidad y cuidar mucho la imagen que proyectas.

Instagram suele funcionar muy bien para tiendas de productos bonitos, creativos o visuales. TikTok también puede ser útil si te atreves a grabarte o mostrar el proceso de creación de tus productos. Facebook sigue teniendo su público, sobre todo si vendes a personas de más de 35 años.

No hace falta estar en todas partes a la vez. Mejor elegir una o dos redes y hacerlas bien. Publica con frecuencia, responde a los mensajes y mantén una estética coherente con tu tienda. Si puedes invertir algo en publicidad, empieza poco a poco. Las campañas bien segmentadas pueden darte muy buenos resultados con poco dinero.

También puedes crear una newsletter para mantener el contacto con quienes ya te han comprado o se han interesado por tus productos. No hace falta escribir textos largos. A veces, con un simple aviso de que hay novedades o un cupón de descuento, es suficiente para generar más ventas.

 

Análisis y mejora constante

Una tienda online es algo que va cambiando todo el tiempo. Por eso es importante que analices lo que pasa. Cuántas visitas tienes, de dónde vienen, qué productos se venden más, en qué punto se van los clientes, qué comentarios te dejan…

Todo eso te da pistas para ir ajustando. A veces un pequeño cambio en el diseño, una mejora en la ficha de producto o una oferta puntual pueden marcar una gran diferencia. No te agobies si al principio no tienes muchos pedidos. Lo importante es ir mejorando poco a poco y estar atenta a lo que funciona.

 

Tu tienda es un reflejo de lo que eres

Al final, una tienda siempre acaba reflejando tu forma de trabajar, de comunicar, de tratar a la gente. Montarla puede llevarte unas semanas, pero llevarla bien te va a exigir algo más de constancia. No necesitas hacerlo todo perfecto desde el primer día. Pero si vas avanzando con paso firme, aprenderás mucho y verás cómo poco a poco empiezan a llegar los resultados.

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