Prepararse para una intervención quirúrgica

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La sola idea de tener que pasar por un quirófano, puede resultar aterradora. El desconocimiento o una mala experiencia puede hacer que, ante esa posibilidad, neguemos su necesidad. Si bien es cierto que no se trata de una experiencia agradable, no es tan fiero el león como lo pintan. Aunque algunas intervenciones quirúrgicas conllevan mucho riesgo, la realidad es que, en la actualidad, el éxito de las mismas, es prácticamente absoluto.

Debido a los muchos avances que se han dado y se darán, dentro de la rama sanitaria, cada vez encontramos más enfermedades y dolencias en el catalogo de la salud. Esas mismas enfermedades, son cada vez menos agresivas, debido por igual, esos avances en medicina, no solo en lo que a tratamientos respecta, también en lo referente a las intervenciones quirúrgicas.

Mientras que hace unas décadas, someterse a una operación, conllevaba una serie de problemas asociados y, era inevitable tener que permanecer hospitalizado varios días, en la actualidad, la mayoría de las intervenciones, permiten al paciente una recuperación en casa. Ya no es necesario pasar días en el hospital y someterse a largas cirugías. La duración de una intervención se ha visto reducida en gran medida, gracias a técnicas como la laparoscopia, el láser o la cirugía asistida. Si la intervención es más corta y sencilla (dentro de la complejidad que supone), la recuperación, también lo será.

Como nos explican desde Centro Quirúrgico Calero y Manzano, expertos en cirugía, someterse a una intervención, cada vez entraña menos riesgo y la seguridad que ofrecen es absoluta. Aunque cabe considerar que cada tipo de operación puede ofrecer un nivel mayor o menor de gravedad, muchas de ellas, son de carácter leve y no requieren siquiera de estancia hospitalaria. Algo de agradecer cuando se trata de cosas nimias o de poca gravedad.

Sin embargo, a la hora de someterse a una intervención de cirugía mayor, es decir las que conllevan una anestesia general o parcial del paciente, hay que tener en cuenta una serie de factores que indiquen al cirujano la viabilidad de la operación. Este paso previo a la operación, consiste en un chequeo preoperatorio que todos los pacientes que esperan su paso por el quirófano, tienen que hacerse. Sobre esta preparación, vamos a hablar a continuación, para que aquellos que estén a la espera de una intervención, sepan de que se trata y pierdan el miedo a pasar por el quirófano.

El preoperatorio

Una intervención quirúrgica, se compone de tres fases: la preoperatoria en la que se determina si el paciente puede someterse a la operación, la intervención propiamente dicha y, el postoperatorio, o fase de recuperación.

La primera de estas etapas, conocida como preoperatorio, permite al médico encargado de la cirugía, reunir toda la información que es necesaria para valorar el estado de salud de un paciente, antes de someterse a la intervención. Gracias a este procedimiento, se puede hacer una estimación certera respecto a los posibles riesgos y tomar las medidas de seguridad y prevención necesarias.

El término preoperatorio, se utiliza en el campo de la medicina, concretamente la cirugía, para nombrar las pruebas que se llevan a cabo en la etapa previa a la operación. Su objetivo es reunir toda esa información para que el proceso de cirugía, sea seguro para el paciente.

Se trata de una serie de pruebas médicas de carácter obligatorio en todas las cirugías que conlleven hospitalización e incluyen una exploración física, una entrevista con el anestesista y unas pruebas complementarias. A través de estas pruebas, el medico evalúa el estado de salud del paciente y los posibles riesgos, además de determinar los aspectos necesarios para que la operación tenga éxito.

No hay que olvidar que cualquier tipo de cirugía y la correspondiente anestesia, constituye una agresión al cuerpo a la que hay que sumar la condición del paciente. Razón por la que este tipo de pruebas son necesarias. Ahora bien, que pautas rigen los preoperatorios y cuales son las pruebas a realizar es lo que inquieta al paciente ante el desconocimiento de las mismas. Hay que saber que, se trata de algo rutinario para cualquier intervención y no por tratarse de operaciones de mayor o menor envergadura, requiere de más o menos pruebas. Por norma general, siempre se realizan las mismas, salvo casos concretos en los que el médico considere necesario la realización de otras.

Lo que todo el que se tenga que someter a una cirugía debe saber es cuales son esas pruebas tan necesarias y porque se trata de esa y no de otras. Tras decidir junto al cirujano que se va a someter a una cirugía, el paciente deberá realizarse una analítica de sangre, una radiografía de tórax o un electrocardiograma y una entrevista con el anestesista.

La exploración física previa, puede llevarla a cabo el cirujano encargado de la cirugía, aunque lo más habitual es que sea el anestesista quien se encargue de la entrevista y la exploración. Al tiempo que se realiza un repaso por la historia clínica del paciente, las preguntas van dirigidas a los hábitos del mismo, su estado de salud y antecedentes médicos que puedan ser relevantes.

Algunas de las cosas que necesitará saber el anestesista son las posibles alergias a medicamentos, los procedimientos quirúrgicos a los que haya podido someterse, antecedentes de otras enfermedades, tratamientos actuales, si hay problemas de hipertensión o azúcar alto, si se es fumador o los pulmones están dañados.

Pruebas preoperatorias

Una vez que los médicos someten al paciente al tercer grado, es momento de pasar a la acción y determinar las pruebas más adecuadas para el paciente en cuestión y la intervención a realizar. Lo habitual son hacer las citadas analítica y radiografía de tórax, aunque en caso de ser necesario recabar algo de información adicional, el médico puede solicitar otro tipo de pruebas.

La placa de tórax, se realiza para conocer si existen indicios de infección y comprobar que la tráquea esta bien alineada y no existen problemas añadidos. El análisis de sangre que, deberá ser completo, determinará la presencia de posibles infecciones y proporcionará una información certera del estado del paciente: si padece anemia, infección, algún tipo de carencia, etc. Por último, el electrocardiograma, es necesario para evaluar el estado del corazón del paciente.

Antes de someterse a estas pruebas, el paciente, seguirá las recomendaciones del médico. En este momento, el profesional determinará el tiempo que el paciente deber estar en ayunas antes de someterse a la cirugía, pues minimizar el contenido del estomago es importante para evitar complicaciones derivadas de la anestesia.

Otro factor importante, es la preparación psicológica del paciente. Para que el miedo no haga acto de presencia, el médico debe proporcionar toda la información relacionada con la operación, resolver todas las dudas para tranquilizar al paciente y así, disminuir el estrés y la tensión que genera la inminente intervención. De esta manera, también se establece una relación de confianza entre médico y paciente.

Es fundamental que tanto cirujano como anestesista, informen al paciente de todos los imprevistos que pueden surgir durante la intervención. Los posibles riesgos y complicaciones que puedan darse, así como los diferentes procedimientos que se pueden llevar a cabo. Por ejemplo, para muchas intervenciones es habitual intervenir mediante laparoscopia, pero a veces, resulta imposible y hay que practicar una incisión mayor, con lo que la recuperación será más larga.

Cuanta más información posea el paciente, más tranquilo estará durante todo el proceso y más confianza tendrá en los profesionales de la medicina.

Una vez pasadas estas fases y tras tener claro todo lo relativo a la operación, el paciente, deberá firmar un consentimiento informado. Mediante este documento, se acredita y acepta que ha recibido por parte del personal sanitario, toda la información necesaria y que es consciente de los posibles riesgos de la operación.

Con todo esto hecho, finaliza el preoperatorio hasta el momento previo de la intervención. El día que se vaya a realizar la cirugía, es necesario seguir una serie de pautas que incluyen la información sobre la medicación actual en caso de que haya, tomar una ducha desinfectante antes de la intervención, rasurar el vello de la zona si es necesario, tener a mano el historial clínico y los informes y resultados de las pruebas y dejar constancia de la o, las personas de contacto.

Si nos detenemos a pensarlo, el preoperatorio no es más que un chequeo rutinario que se hace con objeto de una intervención quirúrgica, para evaluar el estado general del paciente. Algo que solemos hacer de forma periódica con independencia de que nos vayamos a someter a una operación. Lo más habitual es que todos los años, pasemos por nuestro médico de cabecera y este, nos mande una analítica y compruebe nuestras constantes vitales o mande hacer una radiografía de tórax. Se trata de pruebas no invasivas, muy básicas y rápidas de hacer que no conllevan más de unos pocos minutos.

Este tipo de exámenes, ayudan a determinar algo tan importante como el tipo de anestesia que van a utilizar y la necesidad de tomar medidas o precauciones si es necesario.

No obstante, ante la posibilidad de tener que someterse a una intervención quirúrgica, lo mejor es hablar con el cirujano sobre todos los aspectos que te preocupen y que, el profesional despeje todas esas dudas y temores.

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