Vivimos en el mundo de la inmediatez y de Internet, donde todas aquellas personas que desean comprar algo lo piden a través de la red y lo reciben apenas unas horas más tarde en la misma puerta de su casa. Esta situación, inimaginable hace apenas unos años, caracteriza ahora el día a día sobre todo en las grandes ciudades españolas, aunque bien es verdad que también va siendo cada vez más común en municipios más pequeños.
El resultado de todo esto ha sido la aparición de empresas de reparto que, no obstante, en los últimos meses y semanas se están enfrentando a numerosas huelgas y críticas como consecuencia de las supuestas deplorables condiciones laborales en las que se encuentran muchos de sus empleados. Y es que la competencia en este sector está siendo tan feroz que los plazos de entrega pretenden reducirse a incluso 30 minutos desde el momento en el que el cliente efectúa la petición.
Pero lo que parecen no tener en cuenta todas esas empresas que ponen en la rapidez su foco principal es en la calidad del producto del que hacen entrega. Las prisas no son buenas, y menos si se hacen acosta de un trabajador que se siente explotado y, por ende, no se encuentra motivado con su trabajo. A menos tiempo desde la petición del pedido hasta su entrega, más posibilidades de que se cometa un error. El cliente siempre preferirá esperar un poco más (evidentemente, no una eternidad) y que el pedido llegue de la mejor forma posible.
Cuando los clientes son empresas y la compra se efectúa al por mayor, encontrar el equilibro entre el tiempo de entrega y la fiabilidad del producto es fundamental. El servicio ha de realizarse de un modo rápido pero también ha de hacerse sin errores. En un mundo en el que parece que la velocidad lo es todo, existen empresas que deciden apostar también por dicha fiabilidad. Los profesionales de Liquistocks aseguran que una combinación de las dos cosas es la mejor fórmula para triunfar.
Los resultados son ciertamente sorprendentes. Es gratificante saber que no todos los clientes valoran única y exclusivamente el minutaje de la entrega de sus pedidos, lo que implica que la calidad se sigue percibiendo en una sociedad en la que parece que se encuentra subyugada al simple paso de los minutos.
Internet es imprescindible en la compraventa de stocks
El 70% de las viviendas españolas, que suman una cifra superior a los 11 millones, tenía acceso a Internet allá por el año 2015, según elconfidencialdigital.com. Por tanto, el volumen potencial del ecommerce en España, como puede desprenderse de esos datos, es impresionante. Aproximadamente un 32% de españoles compraba ya por Internet en el momento en el que esa información fue publicada, una cifra que, pese a todo, es más baja que en varios de los países de la Unión Europea, como el Reino Unido o Dinamarca.
Muchos de los pedidos de compra por Internet son realizados por empresas. Dichas entidades se han visto beneficiadas de un modo sublime de la llegada de las nuevas tecnologías. Ahora tienen más fácil contactar con sus proveedores y se han reducido los plazos de entrega de todos aquellos productos que les son necesarios, independientemente de cuáles sean éstos.
Es evidente que Internet se ha convertido en un elemento fundamental para todos los negocios, y ya no sólo por las posibilidades y las maneras de promocionarse que tienen (en especial a causa de la existencia de las redes sociales), sino por la facilidad que obtienen en muy amplios sentidos, como es el caso de la adquisición ya sea de los productos que van a revender o las materias primas que les son necesarias para construirlos.
En el futuro, la red seguirá teniendo una importancia muy grande a este respecto. Pero también será muy importante el hecho de que exista en España un núcleo de empresas que sea responsable con todo aquello que proporcione a sus clientes y que no tenga en consideración, como única variable, el tiempo de entrega que tiene de media para cada pedido. Por suerte, parece que ese núcleo de empresas del que hablamos comienza a desarrollarse.