El precio del alquiler en Madrid ha venido siendo noticias durante los últimos meses a causa de que ha crecido por encima de lo que muchos pueden llegar a pagar por uno de ellos. Lo cierto es que este tema ha levantado cierta polémica entre los habitantes de la capital de España, puesto que este gasto, que es uno de los más importantes a los que una persona o familia tiene que hacer frente cada mes, impide, con su crecimiento, que esas personas y familias puedan ir más desahogadas en otros ámbitos.
Lo peor de todo es que la sensación que tienen muchos madrileños y muchas de las personas que, sin serlo, viven ahí, es que la cosa parece ser habitual mires donde mires, ya sea en la misma Puerta del Sol o a las afueras. Esta situación es como para desesperarse. Y es lógico que se estén produciendo manifestaciones y quejas cada dos por tres. Lo que no sería normal sería todo lo contrario. La gente empieza a estar harta de los precios de los alquileres y es necesario que el sector público intervenga, porque las cosas se pueden ir de las manos.
Un interesante artículo publicado en el diario El Mundo hacía referencia a que España es uno de los países de la Unión Europea en los que más gente vive en viviendas verticales. Hasta un 66’7% de la población, dos tercios de la misma, tiene una vivienda de este estilo. Madrid es un ejemplo de ello. Lo peor de todo es que, aunque parecerían evidentes las razones por las cuales esta vivienda podría resultar más barata, la realidad dicta que siguen siendo bastante caras a día de hoy.
Son muchos los problemas que se desprenden de una situación como la que venimos comentando. ¿Qué pasa con esas personas que viven solas y que tienen que asumir todo el pago del alquiler por sí mismas? Un artículo publicado en eldiario.es titulaba una de las declaraciones que hacía un ciudadano al respecto de esto: “si quieres vivir solo, se te va la mitad del sueldo”, decía. A eso habría que añadirle el pago de un coche o el del abono de transporte, comida, agua, luz, gas… Y teniendo en cuenta los salarios que hay en España, sabemos que la situación es crítica para mucha gente.
Son muchas las personas que no pueden asumir el pago de un alquiler en Madrid. Y no digamos ya el pagar por la posesión de una vivienda. Aunque la actualidad dicta que esos precios están por las nubes en términos generales, lo cierto es que hay excepciones. Según nos han contado desde Suma Inmobiliaria, una estrategia de ventas interesante y que da frutos es la de abaratar los precios de un inmueble cuando lo que predomina en el mercado es el aumento de precios del mismo. De ese modo, se consigue dar salida a una mayor cantidad de pisos y también casas, evitando que queden deshabilitadas y que dichos inmuebles no produzcan beneficio alguno.
Productividad e imagen
Actuar de ese modo es sinónimo de conseguir una buena nómina de ventajas competitivas sobre el resto de empresas del sector. Por un lado, se gana en el sentido de que uno de los activos de la inmobiliaria, que es el propio edificio, está produciendo un valor. Por otra parte, es importante la imagen que da una empresa que ofrece un producto a bajo coste en un momento en el que la tendencia es totalmente la contraria. Es una manera de que los clientes recuerden el nombre de la inmobiliaria por mucho tiempo, qué duda cabe.
¿Qué es más rentable, dejar que uno de nuestros activos solo nos genere gastos o que, en cambio, saquemos una rentabilidad por él aunque sea más baja que la que esperábamos en un principio? La respuesta está clara. Si, además de esa respuesta, tenemos en cuenta que apostar por obtener esa pequeña rentabilidad nos va a permitir tener una mejor imagen entre la clientela potencial, el método de actuación más evidente es ya incuestionable. Nadie lo podría poner en duda.
El estado de ánimo de la gente empieza a ser el de cabreo generalizado y falta de esperanza con los precios de los alquileres y de adquisición de viviendas en Madrid. Es por eso por lo que, con un pequeño halo de luz, bastaría para ganarse su confianza. Lo que no puede ser es que los precios sigan como están ahora mismo. “¿Hasta dónde vamos a llegar?”, se preguntan muchas personas. Lo cierto, y lo que realmente es preocupante, es que nadie lo sabe realmente.