Unos tanto y otros tampoco era la frase que mencionaba una y otra vez un gran amigo mío cuando veía un super deportivo pasar tronando por cualquier calle. Esto refleja el hecho de que no todo el mundo puede tener un Ferrari, un Lamborghini o un Koenigsegg porque las cantidades que valen estos coches haría que se te saltara uno o varios empastes.
La verdad es que sí, estos coches super deportivos son muy bonitos y tienen un sonido que podría levantar a un oso grizzli. Pero lo cierto es que no a todo el mundo gusta este tipo de deportivo y mucho menos pueden ser coches que puedas conducir a diario, porque el uso de estos coches tiene un límite bastante grande.
Hace unos años tuve la suerte de ver de cerca una colección de super cars, que es como se le conoce a los coches deportivos de máximo nivel, en la que destacaban máquinas como el McClaren 650S o el Lamorghini Murcielago (uno de mis coches favoritos de la infancia) o el Ferrari California.
Todos estos coches tenían algo en común y es el bajo kilometraje de los mismos, ya que estos coches no pueden utilizarse para recoger al niño del colegio. En parte por lo que cuesta la gasolina hoy en día, pero también porque cada vez que sacas el coche del garaje empiezas a incurrir en gastos.
Y es que si te pones a mirar los precios de los coches deportivos más famosos que existen, verás que no tienen muchos kilómetros, y que como hemos dicho sacarlos resulta un riesgo. Entonces, ¿de que te sirve tener un coche deportivo para atraer las miradas si casi no lo puedes sacar? Pues realmente de poco, pero te sirve para algo que a mucha gente atrae, la velocidad.
Si alguna vez has montado en un Porsche 911 con motor híbrido sabrás la sensación de aceleración que tiene el coche una vez que pisas a fondo. Pues bien, con los hiper cars tienes esta sensación y muchas más, pero siempre que lo hagas en lugares en los que la velocidad no es un problema, como por ejemplo los circuitos de competición.
Existen fines de semana en los que los circuitos con curvas de infarto y grandes rectas se alquilan para disfrutar del placer de la conducción. Para ello es imprescindible llevar tu super car en un transporte adecuado.
En Transportes Cars, aseguran que hay muchas formas de transportar vehículos con éxito pero pocas empresas ofrecen las garantías necesarias que debes exigir al tratarse de vehículos con un valor tan elevado.
El ego de tener un gran coche implica pérdidas económicas
El hecho de llevar un superar, tal y como comentamos anteriormente, supone un gasto brutal que no todo el mundo se lo puede permitir, precisamente por este motivo es por el que no vemos en el garaje de un bloque de edificios normal y corriente una colección de deportivos que quitan el hipo.
Si bien comentamos el precio de la gasolina, es interesante ver cómo en el blog de Motorpasión comentan que en un deportivo como el Lamborghini Huracán, un juguete de mucho cuidado, el consumo supera los 20 litros cada 100 kilómetros, pudiendo alcanzar incluso los 30 por cada 100. Esto hace que puede que tengas que llegar a gastar hasta cien euros en gasolina cada dos días. Lo normal es que llenes un depósito de gasolina con unos sesenta o ochenta euros dependiendo del modelo, con esto no te llega ni para darte una vuelta en un supercar.
Siguiendo con la cantidad irrisoria de dinero que cuesta un super car o hiper car, hay que hablar del seguro, ya que como bien es sabido en los modelos de alta gama suele costar bastante. En el caso del modelo de Lamborghini comentado puede llegar a costar más de diez mil euros, dependiendo de la edad del conductor. Claro está que a mayor juventud más caro saldrá el seguro.
Por último, vamos a hablar de las revisiones y mantenimiento. Unos neumáticos nuevos pueden costar alrededor de mil ochocientos euros, ya que son especiales para este vehículo. Y la revisión inicial a los ocho mil kilómetros cuesta setecientos cincuenta euros. Una cantidad de dinero realmente elevada.