Con el calor que hace trabajar puede resultar muy tedioso, porque incluso trabajando en una oficina con aire acondicionado, sigue notándose esa sensación de que es mejor estar tomándose una caña, o mejor dicho, un vino. Y si, puedes pensar que en verano lo mejor que entra es el vino con casera, pero hay que aprender a disfrutar del vino en su pura esencia.
España es un país puramente de vino y de cerveza, y si bien nuestras cervezas no son tan famosas como las cervezas checas o almenas, podemos presumir con la cabeza muy alta de tener un vino de primera categoría. Y es que las bodegas españolas se han sabido adaptar muy bien a los nuevos tiempos.
Lo cierto es que España ya empezaba a exportar vinos allá por los sesenta y setenta, pero fue después cuando introdujimos todas las mejoras para saber potenciar la tierra para que la vid crezca fuerte y sana, y de como fruto unas uvas con las que poder disfrutar de muy buenos momentos.
Uno de los grupos vinícolas que más esfuerzo ha puesto por poner el vino español en los mercados europeos es Bocopa, un grupo vinícola ubicado en Petrer que ha logrado forjar marcas propias para unos vinos de gran personalidad. Y como dato particular, esta bodega embotella y comercializa el cincuenta por ciento de la producción de los vinos de la provincia de Alicante.
En cualquier caso, y tal y como comentábamos, el mundo del vino puede parecer bastante complicado desde fuera, pero una vez que conoces algunos conceptos básicos, lo único que tienes que hacer es el momento adecuado para descorchar una botella y disfrutar de los sabores únicos de estos caldos.
Así que vamos a introducirte en el mundo del vino con algunas indicaciones básicas, ya verás como en unas pocas botellas estás diferenciando las sutiles diferencias que te ofrecen los diferentes vinos. Pero no lo tomes solo, acompáñalo con otras comidas para tener la experiencia perfecta, y mézclalo con amigos para que nunca te olvides de que lo más preciado del vino es compartirlo.
Cómo introducirse en el mundo de los vinos
Mantener la temperatura de los vinos es clave para disfrutar los sabores. La temperatura es uno de los aspectos que más importan de un vino, y más en verano. Cuanto más caliente esté un vino, más aromático será, pero también será más pesado. Por el contrario, el frío enmascara los aromas y acentúa la percepción de la acidez y los taninos. Sin embargo, demasiado frío puede hacer que el vino nos parezca duro, austero.
De esta manera los blancos agradecerán una menor temperatura, lo mismo que los tintos ligeros. En un vino blanco y seco se busca la acidez y la frescura, por tanto, hay que servirlo fresco, incluso frío. De un vino intenso y especiado lo que se pretende e suavizar sus taninos y realzar su redondez. Lo idea es servir estos últimos casi a temperatura ambiente, siempre que no supere los 17-18ºC. No obstante, en verano es preferible ser un poco más tolerantes si queremos darle al vino el protagonismo que merece y gozarlo como tal. No pasa nada por servir el tinto un par de grados por debajo de lo que debería ser.
Hay que saber elegir el tipo de vino según el acompañamiento. Las altas temperaturas suelen hacer que nos decantemos por vinos más frescos y jóvenes en verano, aunque no existe un único vino adecuado para tomar en esta época del año. Todo es cuestión de gustos, de la temperatura, del menú o de la ocasión.
Como pequeños trucos, para una comida en el exterior como una paella, un blanco joven o seco siempre acompaña a la perfección. Un rosado semi seco servido bien fresquito será ideal para una barbacoa ligera, de verduras y marisco, por ejemplo, aunque según qué rosado también puede aguantar e incluso refrescar una carne roja.
Los vinos tintos con mariscos o pescados demasiado salados pueden agudizar sus taninos. Es la única razón por la que no se suele aconsejar esta armonía. Sin embargo, un tinto joven con mucha fruta puede ensalzar para bien la salinidad de una paella tradicional, y si tiene algo de crianza será el mejor aliado de los arroces más sustanciosos.