El turismo es todo un fenómeno social y cultural de nuestros días. Cada día, miles y miles de personas viajan hasta otros lugares con el fin de aprender algo de su cultura, sus costumbres, su lengua o cualquier cuestión que esté ligada con ello. Otros lo hacen, en cambio, para descansar. En cualquier caso, el objetivo de unos y de otros es el mismo: el de cambiar de aires y dejar de lado una rutina que en muchas ocasiones puede llegar a ser la peor enemiga del ser humano.
Vivimos en un país en el que podemos sentirnos conformes con nuestro potencial turístico. Ciudades como Barcelona o todas las que componen la costa mediterránea son una referencia mundial en lo que tiene que ver con el sol y la playa. Además, Córdoba, Sevilla o Toledo juegan un papel fundamental en lo referido al turismo cultural de interior. Por otra parte, y no por ello menos importante, es necesario recalcar el papel que juega el turismo invernal en nuestro país, ese que está relacionado con la práctica de deportes de nieve o hielo y que hace que ciudades como Granada o Jaca tengan buenos registros turísticos.
Todos esos ingredientes dan pie a la receta española, una receta cargada de éxito desde hace muchos años y que no tiene intención de bajarse de su nube particular. El diario El Economista informó a mediados del mes de marzo de este mismo año que España ya era el líder turístico de Europa, habiendo superado a un país como Francia, con una tradición turística enorme y que siempre se había encontrado a la cabeza en lo referido a este tema. Queda claro que España es una potencia turística vigente y todavía con margen de mejora.
Los límites del turismo en España son, todavía a día de hoy, insospechados. Tanto es así que, de acuerdo con una noticia publicada por el diario El Mundo el primer día de junio de este año, el turismo en nuestro país había crecido hasta alcanzar la cifra de 20’5 millones de visitantes entre los meses de enero y mayo y un crecimiento del gasto de un 4’6% con respecto al año anterior. Las cifras evidencian un éxito que, en el caso de España ya empieza a convertirse en una costumbre.
Los datos que cada año deja el turismo en España hacen que la competencia en el sector se esté elevando hasta límites insospechados. Cada vez son más, por ejemplo, las compañías hoteleras que, siendo de capital español o extranjero, están abriéndose hueco en nuestro país. ¿Cómo competir en un mercado así? Los directivos de Mercer Hoteles nos han comentado parte de su estrategia, que consiste en diversificar su zona de operaciones en lugares tan diferentes como lo son Sevilla o Barcelona.
Un futuro cargado de retos
La diversificación es un elemento muy importante a la hora de captar clientes. Actuar en diferentes territorios hace posible el tener acceso a una cantidad mucho más amplia de clientes potenciales. En el caso de una cadena hotelera, eso también es símbolo de prestigio y de saber hacer. Es evidente que no todos los hoteles tienen la oportunidad de llevar a cabo este tipo de estrategia, pero los que poseen dicha capacidad la explotan al 100%.
Teniendo en cuenta la enorme oferta turística española, el gran reto para las cadenas hoteleras actuales es saber cómo diversificar en el futuro. Es evidente que muchas tendrán que seguir abriendo hoteles en determinadas ciudades para conseguir una clientela mayor. Pero, ¿cómo saber dónde instalar uno de sus centros? Estudiar con antelación todas las posibilidades es fundamental. Acertar en esa decisión es la diferencia entre perder millones de euros o ganarlos.
Para las cadenas de hoteles, España es un chollo. Las características climáticas de nuestro país le colocan siempre en el punto de mira de miles y miles de familias que, siendo españolas o no, desean disfrutar de unas merecidas vacaciones. Siempre estamos en los escalafones más altos en la baraja de posibilidades que maneja la gente y hay que saber generar beneficios de ello. En España venimos caminando en la buena dirección en ese sentido. Seguir por ahí será sinónimo de prosperidad.